Decidimos con la razón y con la emoción, pero, fundamentalmente, decidimos con la emoción. En primera instancia es nuestro sistema emocional, nuestro cerebro primitivo, nuestro cerebro, que llamamos reptiliano o emocional, el que decide, el que capta sensorialmente las emociones. 
Entramos en un sitio y captamos una emoción, a partir de ahí, nosotros respondemos. Por tanto, en esencia, respondemos o decidimos, con la emoción y, muchas veces, lo que hacemos es racionalizar la decisión emocional que tomamos.
Ahora bien, cuando vas acumulando experiencia a lo largo de la vida, tú tienes experiencias basadas “un poco” en tu experiencia racional y cuando tienes un impulso y quieres decidir una cosa, sí que lo pasas al filtro de la razón. 

Por tanto, ambas deciden, pero fundamentalmente, quien capitanea, quien lleva el timón de las decisiones es, normalmente, la emoción.

Emociones que son las que nos hacen hacer, un montón de cosas que no íbamos a hacer. Emociones que nos hacen que habíamos pensado racionalmente hacer una cosa, y acabamos diciendo otra. 

Y emociones que nos hacen flexibles y muy “animales” o muy biológicos, porque, aun habiendo pensado una cosa, acabamos haciendo otra. Y eso es la contradicción y la belleza del ser humano.

¿Sabes qué órgano tiene más importancia a la hora de enamorarnos? Siempre se ha pensado que nos enamoramos con el corazón pero ¿Qué papel tiene el cerebro en todo esto?

Nos enamoramos con el corazón y nos enamoramos también con el cerebro. 
Nos enamoramos con el corazón, metafóricamente hablando, porque las emociones las sentimos a nivel visceral o a nivel, digamos, orgánico en esta parte del cuerpo, en nuestras vísceras.
Sentimos esas mariposas, esa sensación somática que el cuerpo reacciona. Pero, realmente, las emociones están en el cerebro. Entonces, es el cerebro, en su zona más profunda, en su sistema límbico, en su sistema de emociones, quien, realmente, activa esa emoción. 
Por tanto, es el cerebro el que siente y el que envía las señales que luego, fisiológicamente, o corporalmente, notamos aquí, en esas mariposas en el estómago o esa punción en el corazón.
Por tanto, sí que nos enamoramos con el corazón, pero es a través de nuestro cerebro. El órgano que permite que sintamos esas emociones, que sintamos rabia, que sintamos celo, que sintamos deseo, es el cerebro. 
Lo que pasa es que se somatiza corporalmente a la altura de la parte torácica, de la parte, digamos, del pecho.

¿Cuánto tiempo tardamos en enamorarnos? ¿Es el amor tan ciego como dicen?

Podemos tener la creencia de que decidimos de quién nos enamoramos, nada más lejos de la realidad. Como dice el refrán: “El amor es ciego”. 
No solamente ciego, sino sordo y, a veces, carente de olfato ¿Por qué? Porque realmente nos sentimos atraídos emocionalmente, y no desde la razón, por personas que nos aportan o que conectan emocionalmente con nosotros. Bien porque suplen nuestras carencias, porque admiramos… 
Y por eso, muchas veces, no nos enamoramos de la persona más adecuada 
o que es la más saludable para nuestro día a día.
Nos enamoramos de pulsiones, de emociones que sentimos, de una forma muy inconsciente, muy, incluso, biológica o ancestral o primaria. Y, por eso, no decidimos de quién nos enamoramos. 
Realmente, sentimos emociones por determinadas variables de personalidad, por determinadas sensaciones que no controlamos y que, lamentablemente, no vamos a poder controlar.

¿Somos igual de inteligentes durante toda nuestra vida? ¿A qué edad alcanzamos nuestro mayor nivel de inteligencia?

No hay una edad concreta a la que alcancemos un punto máximo de inteligencia. Realmente, seguimos siendo inteligentes hasta el final de nuestros días, en condiciones normales. 
Lo que sí que sucede es que, fisiológicamente, nuestro cerebro se cierra o se completa a los 21 años y, a partir de ahí, digamos, de forma fisiológica tendríamos el máximo potencial a partir de los 21 y vamos adquiriendo diferentes tipos de inteligencias a lo largo de la edad.
De hecho, se pensaba que, a partir de 65, 70 años, nuestro cerebro ya no fabricaba nuevas neuronas y no proliferaban nuevos mecanismos de aprendizaje.
Y eso no es cierto. Hemos podido constatar en múltiples investigaciones recientes que, toda persona que tiene proyectos, que tiene ambiciones, que tiene cosas, deseos por hacer, es capaz de generar nuevas neuronas y, por tanto, la inteligencia seguiría adelante.
Además, con el paso de los años, adquiriríamos sabiduría y experiencia que lo uniríamos y lo supliríamos a esa capacidad o a esa pérdida de capacidades, un poco fisiológicas.

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¿POR QUÉ EMPEZAMOS PENSANDO UNA COSA Y ACABAMOS HACIENDO OTRA?

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¿A QUÉ EDAD SOMOS MÁS INTELIGENTES?